Muchos lo consideran un icono, pero en realidad fue algo más. Se trata de Raimundo d’Inzeo. Nacido en Poggio Mirteto en febrero de 1925, y fallecido en Roma el 15 de este mes. Fue la imagen del salto de obstáculos y gracias a él numerosas personas practicaron esta disciplina en Italia y el resto del mundo. Su apogeo coincidió con las retransmisiones televisadas de las pruebas de salto, despertando en todos los aficionados una envidia sana por su forma de irrumpir en las pistas y atacar los obstáculos, de manera elegante y clara. No fue jinete de una medalla. Fue jinete de medallas, como los que son campeones. Como el campeón que fue. Su uniforme de carabinieri destacaba sobre los de otros jinetes militares que competían con él. Raimundo d’Inzao es sinónimo de salto por su capacidad, curriculum y personalidad. Inolvidable oro individual en las Olimpiadas de Roma de 1960 y bronce por equipos con ‘Posillipo’; doble plata, individual y por equipos, en Melbourne 1956 con ‘Merano’; bronce en Tokio 1964 por equipos, nuevamente con ‘Posillipo’; y otro bronce cerró su medallero olímpico, en esta ocasión por equipos, en Munich 1972, con ‘Fiorello II’. Junto a su hermano Piero, participó en ochos Olimpiadas consecutivas. Su curriculum a nivel de campeonatos del mundo es paralelo al olímpico. Oro en Aachen 1956 montando a ‘Merano’, y plata en el mismo templo alemán y mundial de la hípica con el mismo caballo pero el año anterior; oro en Venecia en 1960 haciendo binomio con ‘Gowran Girl’; y bronce en Buenos Aires en 1966 montando a ‘Bowjak’. La lista de Grandes Premios que ganó es abrumadora. Adiós a un campeón, un caballero y una parte importante del espíritu del salto en todo el mundo.
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